viernes, 28 de septiembre de 2012

La EP y YO. Tres dias de septiembre

jueves, 27 de septiembre de 2012

VEINTICINCO.- La EP y YO. Tres dias de septiembre



Desde su terraza se divisa la llanura del Camp del Turia. Arriba esta el cielo.

Inquieto y vital,  fue emprendedor de diversos negocios. La fortuna le sonrió y también le abandono, pero él, visionario con los pies en la tierra, no cejó y transformo su última apuesta, en el actual y aceptado negocio. 

Y cuando el esfuerzo era compensado por el éxito el “destructor”  llegó.

Desde que Parkinson llegó, desde su terraza imagina y ejecuta. Inventa y produce el prototipo. Mientras su cabeza imagina el ingenio que esta naciendo entre sus manos, cavila qué y con que palabras redactara el “No más injusticias”.

Comprometido en hacer ver a las autoridades los errores en que incurren, a costa de situarse en la libreta de ciudadanos quisquillosos, va haciendo constar cada “injusticia”, bache, tropezón o incívico comportamiento de los dueños de los perros, a la hora de recoger sus deposiciones.

Durante cuatro días soy su huésped, y me trata como a un hermano.

Tempranito, ya se sabe nuestro "tempranito", cuando abro el correo, ya me ha remitido la referencia del día anterior, reflejada en su diario. Y me dice:

-          Si le pones las fotos quedara cojonudo.

Y claro, como no, selecciono las que mas me gustan, las ubico en el texto y le renvío la nueva edición de su diario, esta vez, ilustrado con instantáneas que le van bien a su texto.

Nos separa una fina pared, pero actuamos como si estuviéramos a 120 kilómetros.

Y esa distancia, en un momento no es nada, porque se abre la puerta y aparece despejado y a punto. Listo para tomar el café con leche y las pastas en el Horno La Virgen. El primer día, cuando aun los de la limpieza están sacando brillo a las calles del centro, subimos al Monasterio de San Miquel. Desde ese punto se divisa la llanura del Camp del Turia. Y en ese momento, cuando llegamos, una salida de sol magnifica y extraña para mí, acostumbrado a verlo salir desde el horizonte del mar.

De repente,

-          ¿Vamos a Sagunto y almorzamos con Tomas?.
-          ¿Tardamos mucho?-
-          Media hora.
-          Vamos pues. Le llamamos, no sea que tenga uno de sus múltiples compromisos.

Quedamos. Peripecias para coincidir. Almorzamos. Aparece el pk y me da la lata un buen rato.

Pilar me explica su filosofía de vida. 

“Ella es primero, ya que nadie la quiere más que ella a si misma. Los demás nos quieren, pero lógicamente después que a ellos mismos”.

De vuelta, por la noche,  en el parque, con un helado del veneciano de la Picola Venecia, charlamos. Nos confesamos. 

Recuerdo que por la tarde en el club de billar, he notado que su pk le había visitado. Pero un rato de riego de plantas en la terraza, antes de cenar, relaja y mejora los síntomas. 

En el parque estamos pues,  dos  adultos, con su pk, y una vida por delante.

Los desayunos del Horno La Virgen, se repiten. Somos como los frescos del barrio, casi abrimos los bares. Relajo, paseo. 

Comida en la mesa familiar. 

Billar. Videoconferencia, desde las alturas, con Tomas y sus “jodidos granos”. En las alturas de la terraza.

Cena en la mesa familiar.

Un día ON.

Me voy. Me entrega las hojas del diario de los tres días.

Leo el final: 

“Vicent, cuando estés muy mareado, ofuscado, liado, acuérdate de mí. Un abrazo. Pepe.”

Y a mano:

“Ponle tú la música……….  Para que no me olvides”. 
Gracies, Pepe Gomez. Gracies Pepe Lliria.

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